Algunos (los mas
memoriosos) afirman saber el origen de la frase que da título al ensayo, sin
embargo otros escudándose en la más oscura ignorancia, dicen no tener la mas puta idea de donde viene.
Una de las opciones más fuertes hasta el momento versa que su antagonista
deportivo (el club Atlanta) le dedicó la frase en una canción tribunera. Por allá a mediados de la década del ’80, inspirados
más que nada en toda la mística de la era dorada del rock nacional.
Pero
particularmente prefiero la otra versión, la más contundente desde mi punto de
vista, la más verídica. La cual paso a relatar en el siguiente párrafo:
Se comenta que cierto
día un jovial ferretero amanece con la duda más existencial que pueda tener un
ser humano básico y amante del futbol. Y esta es: ¿Me sigue representando futbolísticamente
el equipo del cual soy hincha?
Esta duda no es
menor ya que muy pocos iluminados (entre ellos el monje hindú Sri Krisna Ramajdan)
tienen recuerdos anteriores a los 3 años
de edad. Lo que quiero figurarles es que la mayoría de nosotros no se acuerda de
como carajo es hincha o simpatizante del equipo que es. Pues para salvar
estas lagunas de memoria, siempre se ha utilizado el recurso de la influencia
paterna o bien la manipulación psicológica de algún tío pulenta y compinche.
Pero prosigamos con la
historia. Nuestro ferretero (más
conocido por el mote de “Chicho” ya que se desconoce su verdadero nombre), se levantó ese día sintiendo la opresión de
la incertidumbre acerca de cómo había llegado a ser hincha fanático del Club Atlético Douglas
Haig, siendo que él vivió toda su vida en Mina Clavero. Hecho no menor ya que Mina
Clavero queda en Córdoba y no en Pergamino.
Chicho tenía todo lo
que un tipo común tiene o al menos lo que buscamos cualquiera de nosotros para
pasarla más o menos bien y sin mayores pretensiones: una mujer con buen culo, una
cabra , un techo, un loro llamado Osky, un Fiat 147 tuneado y un lindo jardín
con pasto. Tambien tenia panza porronera, olor a chivo y una uña que se le encarnaba cada tanto. Lo que no tenia eran los dos dientes de adelante fruto de su adicción hacia
los caramelos de eucaliptus. Adicción por cierto, que jamás habría imaginado peligrosa,
no al menos hasta ese fatídico momento venidero.
La vida transcurría
pacifica, al igual que los días, al igual que las horas.
Hasta que llegó aquel día impensado. Aquel día otoñal
donde todo era armónico. Armonía interrumpida solo por el trinar de los
pajarillos y por supuesto por la esposa de nuestro héroe que le pide cariñosamente
si puede colocarle alpiste al loro.
Carolina, tal era su nombre, con voz sumamente
sensual inició el siguiente dialogo:
- - Chicho
porfis ¿no le pones alpiste a la paloma?
– ella solía referirse al ave de esa manera.
- - Si,
ya va. – le responde Chicho que se encontraba en otro ambiente ordenando unos
bulones recién llegados.
Pasados los 10
segundos de rigor, Carolina volvió a preguntar:
- - Chichoooo
¿podes darle la comida al pájaro?
- - Ya te
dije que sí. Termino de contar los bulones por segunda vez y le pongo. No me
interrumpas que así no termino mas.
A los dos minutos.
- Chicho, no te vayas a olvidar de
ponerle alpiste. – y encendió la
minipimer para cocinar.
Chicho que había vuelto
a perder la cuenta de los bulones por tercera vez le responde:
-
- ¡¡¡La
concha de tu madre, ahí voy!!!
- - ¿Qué?
– preguntó Carolina con la minipimer al mango.
- - ¡¡¡Que
la concha de tu madre, ahí voyyyy!!! ¡¡¡Sorda de mierda !!!
- - No te
escucho Larguiruchooo! - replica ella.
En ese momento nuestro héroe, voraz comedor de
caramelos, se atraganta con la mentita mañanera, y entremedio de un grito
ahogado (literalmente) alcanza a gimotear en un tono epidérmico totalmente azulado:
- - Argggg!!!
La concha de tu madre, gaaaoolll vooooiillllliiis… grrrmmmmmpp glupppp…
- En aquel trágico día nuestro protagonista muere
asfixiado por un caramelo de menta y por un malentendido. Una vez en el lugar
la policía y los forenses de CSI Cordoba, se dispusieron a interrogar acerca de
los hechos a la nueva viuda; y ésta en medios
de sollozos les dice: “Yo solo le pedí que le diera de comer al pájaro y él solo
me decía: LA CONCHA DE TU MADRE ALL
BOYS, no entiendo…snif… capaz
que fue un coagulo cerebral, que se yo… snif. ”
Despues de escuchar este desgarrador relato y como su
ferretería era la única en varias cuadras a la redonda la comunidad decidió
hacerle un homenaje al desconocido ferretero cuales su últimas palabras fueron:
“La concha de tu madre All Boys ”.
El tiempo magnificó la leyenda, las viejas del barrio hicieron un santuario y
el imaginario popular hizo el resto, uniendo la tragedia o mala suerte
cotidiana con la frase del occiso ferretero. De esta extraña conjunción surgen
ejempos tales como:
- · “Se me paso el trole parque y la concha de tu madre All Boys”
- · “Justo ahora no se me para y la concha de tu madre All Boys”
- · “Ayer me agarre los dedos con la puerta del auto, y la concha de tu madre All Boys””
- · “Quien me manda a afeitarme los huevos y la concha de tu madre All Boys”
- · “¿Como que no tenes cerveza fria? la concha de tu madre All Boys””
- · “Esta tarde arriba Godoy Cruz, la concha de tu madre All Boys”
- · “Estaba esperando una llamada y me quede sin batería y la concha de tu madre All Boys”
- · “No podes estar tan rica la concha de tu madre All Boys”
- · “Que feo que soy y la concha de tu madre All Boys””
- · “A ese vago me parece que le chifla el culo y la concha de tu madre All Boys”
- · “Alumno Quiroga usted se saco un la concha de tu madre All Boys”
- · “Me saque un la concha de tu madre All Boys y la concha de tu madre All Boys”
Qué buena historia me encontré
ResponderEliminarGracias bro! :)
EliminarJajajaj excelente, digno de fontanarrosa, te felicito
ResponderEliminarJajaja Gracias Bro, abrazos
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