La Saga de los Asesinos: Cap.2 “La Mano de D10s”
Bitácora de implante neural, Año actual 1971,
Año en curso 2715. 17:38 PM:
Hace más de 100 años que las Falklands pasaron a
manos argentinas. Esas insignificantes rocas desiertas son la última reserva de petróleo mundial y una
de las últimas reservas de agua.
Irlanda y Escocia también han dejado de pertenecer a la corona.
Han logrado su independencia desde hace unos 600 años gracias a los imbéciles de
la ONU y a un tal Bono Vox. A ese idiota le
tocará su turno a su debido tiempo.
Porque si hay algo que me sobra, es tiempo. Ya comprenderán a que me refiero.
Soy ingles de estirpe y corazón, agente
encubierto al servicio del Rey. Soy el que termina los trabajos sucios. Acepté
esta misión solo para ver florecer nuevamente a mi amado reino. Para recuperar
nuestra dignidad y nuestras tierras que por siglos nos han pertenecido.
Nuestra debacle empezó hace muchos siglos,
en donde la mayoría de los historiadores coinciden en la causa y también en la
fecha. Por eso estoy aquí. En esta pocilga, en este país de cuarta atrasado e
incivilizado. He regresado décadas, siglos y lustros atrás para borrar la piedra basal del ocaso
de la Bretaña. Estoy para modificar el futuro. Estoy aquí para asesinar a un
tal Diego Armando Maradona… pero el niño.
El es la clave, es la punta del iceberg que
nos desgració como país y nos ridiculizó. Lo que los necios llamaron “la mano de dios”, la
bandera de la infamia y la trampa. Vanagloriada en un juego ya desaparecido por
violento. Luego de eso vinieron los
reclamos de soberanía de nuestras tierras, los ataques de los árabes, la
cuarentena de la cólera, el papa latino y los sucios de la ONU votando siempre
en contra. Redujeron una gran nación a cenizas.
Yo cambiaré todo eso. Tengo la motivación y
las herramientas. No puedo fallar.
La tecnología del viaje temporal no es nueva. Nuestros científicos
hicieron su trabajo y los torturadores hicieron el suyo con ese estúpido geniecillo
de Hawking. Cuentan estos especialistas que llegó a recitar en un claro ingles su
secreto cuando le retorcieron las pelotas con una pinza. Pero más aun cuando les
mataron los afectos cercanos delante de él. No justifico ni juzgo sus métodos. Fue
por la corona y el país. Este inválido creía en un mundo de ideales y otras
mierdas pacifistas.
La tecnología de los viajes temporales inventada por él aun
está en periodo de prueba pero ya era tiempo de usarla. Aun siento el chirrido en mis oídos causado
por el túnel, mis piernas tiemblan y ya vomité tres veces. Sin embargo tuve
suerte, mi restitución molecular solo me malformó el dedo meñique de la maño
izquierda. Por suerte no lo necesito.
Ahora, en el año 1971, empezaré a cambiar
la historia del futuro de nuestro pueblo…
He llegado a Villa Fiorito, un caserío de gente pobre que viven casi como indios. Los libros de historia regionales les llaman “villas miserias” o asentamientos. A mí me da igual, esta mugre parece de la edad media. Las noticias de la época evocan al “hombrecito” como un habitante más de la zona. Mi deber es buscarlo y acabarlo.
Un cartel me da la bienvenida en español, cruzo el portal y mientras camino por esos horribles lodazales, me siento extrañamente observado. Miro hacia atrás y no veo a nadie. Ya está atardeciendo.
Me interno una cuadra más y aparecen ellos
de la nada. Eran 5 jóvenes morenos que me exigen dinero. Hago un ademan de
distracción y extraigo mi glock para eliminar a la lacra. Al terminar de
desenfundar ya tenía 4 armas y un cuchillo apuntándome. Me sustraen el dinero y
mi arma y se marchan a la carrera.
-
¡Fakin delincuentes of shit!
– pensé. - Debo resaltar mucho por estos
lugares, pues no he visto un solo blanco desde que llegué.
Camino a ciegas. En mi exhaustivo entrenamiento como agente, he recibido lecciones de al menos 13 idiomas, entre ellos el español. Lo domino perfectamente. Seguro que con algo de maquillaje podría pasar fácilmente como uno más de ellos. Me acerco lentamente a un grupo de personas que bebe en la esquina diagonal.
Ya a poca distancia de los indios les digo:
- ¡Hola amigos! ¿Saben donde hay una canchita de futbol? Ando buscando talentos para llevarlos a un
club de primera división…
Eran 6 hombres que sin mediar palabra me
cercaron y uno de ellos me apoyo en el estomago una botella rota. Mi talento en
el jiujitsu se hizo evidente en el que me apuntaba ya que fue el primero en
caer… y el ultimo. Los otros cinco me tomaron por los brazos y me llenaron la
cara de puñetazos para después robarme absolutamente toda la ropa y el calzado.
Por suerte el dispositivo de viaje temporal estaba implantado a pocos
centímetros de los testículos, ya que es uno de los pocos lugares en donde el
cuerpo humano activa mecanismos automáticos de defensa. Es decir, que el estar
totalmente desnudo no me preocupa en absoluto, aun tengo en mis manos la forma
de volver a mi tiempo.
Me encuentro como diríamos en la escuela de
los Royals Navys “absolutely in balls”. Me tapo el pene y mis bolas con ambas manos y empiezo a correr. La tarde ya se estaba cerrando. A unos 100 mts. adelante logro divisar un
tendedero con ropa de mujer. No paro de correr hasta llegar a él y sustraigo
una colorida falda larga y un top. Eso era todo, no quise usar las bombachas
que estaban colgadas por una cuestión de masculinidad.
Sigo camino cuasi a ciegas por ese miserable y
desgraciado lugar tratando de dar con algún indicio de adonde podría estar ese
condenado pendejo. Ya no le preguntaré a nadie más para evitar riesgos
innecesarios.
Cruzo una calle (siempre de tierra y lodo)
con un boulevard en el medio y en ese momento un automovil destartalado y retorcido aminora la
marcha y pasa muy cerca mío. Uno metros adelante detiene el sentido y retrocede.
Comienzo a correr. Me enredo en las faldas y caigo de bruces con la vestimenta arriba
de mi cabeza y mi desafortunado culo al aire.
Escucho que dicen: - ¡Esaaa! ¡Este puto nuevo tiene
el culo pelado y limpio! Mejor para nosotros... – No alcanzo a incorporarme a
tiempo y ya me tienen apresado entre tres. El cuarto me toma suavemente de la
cintura por atrás y hace las veces de mi “boyfriend”. Los otros hijos de puta solicitaban su turno
a los gritos. La basura que me sostenía
de atrás los tranquilizó diciendo:- Tranquilos guachos culeaos, que hay ojete para
todos.
Después una interminable hora y cuarto, los
hombres se fueron. Estaba entrenado para soportar el dolor por eso me repuse
rápidamente. No obstante el culo no me dejaba de latir. Decidí que andar
desnudo era menos peligroso. Me saque la ropa femenina y seguí caminando
despojado de toda ropa como si nada. Me acordé de Maradona y la puta que lo
remil parió. Mis ánimos estaban flaqueando. Me habían hurtado, robado, cogido, violado
y lo que es peor, me habían quitado parte de mi virilidad y hombría.
Me digo que no importa, que todo lo hacía por la corona, por mi país, por la Gran Bretaña y the Queen..!
Estaba decayendo la tarde y con los últimos rayos
de sol alcanzo a divisar una especie de bar. Me acerco sigilosamente hacia una
de las ventanas y veo a unos parroquianos bebiendo vino. Sin dejarme ver y desde
el lado del afuera, finjo los regionalismos verbales recientemente aprendidos y
les pregunto: - ¡Eh, cumparsa! ¿No sabé donde
etá la casa del albañil Maradona puto? -
y uno de los borrachos mayores contesta: - Si barón, preguntale al hijo chico que está
jugando en la canchita de acá a la vuelta… ¿no tené una chirola pal vino che gato?
Al escuchar eso ya había partido raudo
hacia el llamado "potrero". Di vuelta la esquina y la vi, tenuemente iluminada todavía
por la levedad del atardecer. Había aproximadamente unos 10 niños e inicié el reconocimiento
facial ayudado por el chip inserto en mi cerebro. Una coincidencia encontrada… y lo
reconocí. Pelo negro enrulado, bajo de estatura, de movimientos sumamente ágiles.
Comencé a correr a toda velocidad hacia él a través de la cancha y a través de los pibes. Tal como lo había sospechado, no llamé la atención de nadie por ir desnudo. Era un lugar de pobreza y locura, pues muchos de esos niños no tenían calzado... Uno de los niños players me vió correr y me hace un pase en profundidad gritando: - ¡Picá puto! – creyendo que era parte de su equipo. La pelota viene a mis pies y sin querer la pateo dibujando una parábola perfecta hacia el arco de enfrente. Y allí apareció de nuevo Él, elevándose, divino, mágico, celestial…
El infame niño al ver que por su baja estatura
no alcanzaba la pelota, levantó su mano derecha a la altura de su cabeza y pícaramente
empujó la pelota hacia el arco… - “ La puta mano de Dios…” – pensé.
Mi supuesto equipo gritó el gol y todos los
niños salieron corriendo detrás de èl para festejar la conquista.
La pequeña sabandija, que jugaba de defensor en el equipo contrario, simulando enojo quiso patear una piedra y erró asestándome un certero
puntapié en el centro abajo de "my balls". Justo en el implante de viaje temporal.